Octubre 11 de 2025
JESÚS ALIMENTA NUESTRA ALMA Y SANA NUESTRO CUERPO
MATEO 15:29-39
Jesús sana a mucha gente
29 Jesús
regresó al mar de Galilea, subió a una colina y se sentó.
30 Una
inmensa multitud le llevó a personas cojas, ciegas, lisiadas, mudas y a muchas
más. Las pusieron delante de Jesús y él las sanó a todas.
31 ¡La
multitud quedó asombrada! Los que no podían hablar, ahora hablaban; los
lisiados quedaron sanos, los cojos caminaban bien y los ciegos podían ver; y
alababan al Dios de Israel.
Jesús alimenta a cuatro mil
32 Entonces
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
—Siento compasión por ellos. Han estado aquí conmigo
durante tres días y no les queda nada para comer. No quiero despedirlos con
hambre, no sea que se desmayen por el camino.
33 Los
discípulos contestaron:
—¿Dónde conseguiríamos comida suficiente aquí en el
desierto para semejante multitud?
34 —¿Cuánto
pan tienen? —preguntó Jesús.
—Siete panes y unos pocos pescaditos—contestaron ellos.
35 Entonces
Jesús le dijo a la gente que se sentara en el suelo.
36 Luego
tomó los siete panes y los pescados, dio gracias a Dios por ellos y los partió
en trozos. Se los dio a los discípulos, quienes repartieron la comida entre la
multitud.
37 Todos
comieron cuanto quisieron. Después los discípulos recogieron siete canastas
grandes con la comida que sobró.
38 Aquel
día, cuatro mil hombres recibieron alimento, además de las mujeres y los
niños.
39 Entonces
Jesús envió a todos a sus casas, subió a una barca y cruzó a la región de
Magadán.
https://youtu.be/xW1DL_oZRxU?si=RaJc0qBYbM-nf0NM
Estimado lector:
Aunque Jesús se retiró por un tiempo de las multitudes, no lo hizo de
manera definitiva. Aún quedaba obra por realizar entre la gente. En esta
ocasión, se encontraba en la región de Decápolis, un territorio mayormente
gentil (Marcos 7:31). Allí, mientras sanaba y proveía para la multitud, Jesús
mostró que el amor de Dios no tenía fronteras: los gentiles también estaban
recibiendo mucho más que simples migajas de la mesa.
Trajeron ante Él a personas con diversas dolencias y las sanó. No se
menciona una manifestación explícita de fe en quienes recibieron sanidad, salvo
el hecho de que se acercaron a Jesús buscando ayuda. Entre los enfermos había
mancos —probablemente personas con miembros deformes o mutilados—, lo que
sugiere que Jesús no solo restauraba cuerpos enfermos, sino que también
devolvía aquello que parecía irrecuperable.
Lo admirable es que, aun cuando podría haberse exaltado por sus
milagros, Jesús dirigía toda la gloria al Padre. No buscaba reconocimiento
propio, sino que su propósito era revelar al mundo el poder y la misericordia
del Dios de Israel.
Esa multitud gentil, al presenciar su compasión y poder, aprendió a
alabar al Dios verdadero. Así también, toda alma que se acerca a Cristo con
necesidad genuina encuentra en Él sanidad, descanso y plenitud.
El único lugar donde se puede acudir con la certeza de recibir lo que el
corazón anhela y el alma necesita se llama Jesucristo.
Invite en oración a la presencia de Dios y pídale que su verdad le sean reveladas.
¿Señor qué me quieres decir hoy?
Permita que el Espíritu Santo le revele
Dios podría estar hablándole de Él
Dios podrá estar hablándole a usted. Reflexione en lo siguiente:
Ahora que ha permitido que Dios le hablara, hable con Él en oración.
Ahora que ha permitido que Dios le hablara, hable con Él en oración.
Juan 14:15 “Si me amáis, guardad mis mandamientos”
Santiago 1:22 “Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos á vosotros mismos”