Agosto 11 de 2025
JESÚS QUITA LA CEGUERA
MATEO 9:27-31
Jesús sana a unos ciegos
27 Cuando
Jesús salió de la casa de la niña, lo siguieron dos hombres ciegos, quienes
gritaban: «¡Hijo de David, ten compasión de nosotros!».
28 Entraron
directamente a la casa donde Jesús se hospedaba, y él les preguntó:
—¿Creen que puedo darles la vista?
—Sí, Señor—le dijeron—, lo creemos.
29 Entonces
él les tocó los ojos y dijo:
—Debido a su fe, así se hará.
30 Entonces
sus ojos se abrieron, ¡y pudieron ver! Jesús les advirtió severamente: «No
se lo cuenten a nadie»; 31 pero ellos, en cambio,
salieron e hicieron correr su fama por toda la región.
https://youtu.be/por9HkuwyAI?si=V-TJGBXDho4NHY0_
Estimado lector:
Antes de conocer a Cristo, el ser humano se encuentra en un
estado de ceguera espiritual, producto de la ignorancia respecto a la verdad
del Evangelio.
El encuentro con Cristo marca un punto de transformación.
Al acudir a Él en busca de salvación, se reconoce su autoridad y poder divino.
Su compasión se manifiesta de manera activa al acercarse a quienes viven en
oscuridad, con el propósito de restaurarlos y guiarlos hacia la voluntad del
Padre.
En el caso de los dos ciegos, se observa que Jesús los
lleva a un espacio de intimidad —interpretado por algunos como un símbolo del
lugar santo, la iglesia, espacio de conversión— y allí les pregunta acerca de
su fe. Su respuesta afirmativa evidencia una confesión sincera de su confianza
en Jesús como el Mesías.
Jesús toca sus ojos, y ese gesto marca el momento de
sanidad. La sanidad no solo fue física, sino también una expresión de la
restauración espiritual que ocurre cuando hay fe genuina.
Aunque Jesús les ordena guardar silencio, los hombres
sanados proclaman la obra que ha sido realizada en ellos. Esta reacción refleja
un principio espiritual: cuando alguien experimenta la transformación que
proviene de Cristo, el testimonio se vuelve inevitable. La nueva visión no solo
es personal, sino que también se convierte en un mensaje para otros acerca del
poder y la bondad de El Salvador.
Invite en oración a la presencia de Dios y pídale que su verdad le sean reveladas.
¿Señor qué me quieres decir hoy?
Permita que el Espíritu Santo le revele
Dios podría estar hablándole de Él
Dios podrá estar hablándole a usted. Reflexione en lo siguiente:
Ahora que ha permitido que Dios le hablara, hable con Él en oración.
Ahora que ha permitido que Dios le hablara, hable con Él en oración.
Juan 14:15 “Si me amáis, guardad mis mandamientos”
Santiago 1:22 “Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos á vosotros mismos”